SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2024
18 – 25 de enero«Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo.»
(Lc 10,27)
El material para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 2024 ha sido preparado por un equipo ecuménico del Burkina Faso dirigido por la comunidad local Chemin Neuf (CCN). El tema elegido es: «Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc 10:27). Hermanos y hermanas de la archidiócesis católica de Uagadugú, de las Iglesias protestantes, de los organismos ecuménicos y de la Comunidad Chemin Neuf de Burkina Faso han colaborado generosamente en la preparación de las oraciones y reflexiones, viviendo este trabajo conjunto como un auténtico camino de conversión ecuménica.
Amar a Dios y al prójimo en tiempos de crisis de la seguridad
Burkina Faso atraviesa actualmente una grave crisis de seguridad que afecta a todas las comunidades religiosas. La cohesión social del país se ha deteriorado gravemente. Los atentados terroristas, la anarquía y el tráfico de seres humanos han proliferado, causando más de tres mil muertos y casi dos millones de desplazados internos. En este contexto de grave inestabilidad, la cohesión social, la paz y la unidad nacional se están viendo socavadas. Las Iglesias cristianas han sido blanco específico de ataques armados. Sacerdotes, pastores y catequistas han sido asesinados durante celebraciones religiosas, y se desconoce el destino de todos los que han sido secuestrados. En los lugares donde todavía es posible celebrar el culto con protección policial, normalmente en las grandes ciudades, las celebraciones han tenido que interrumpirse por motivos de seguridad.
Pero a pesar de todo, está surgiendo una cierta solidaridad entre cristianos, musulmanes y seguidores de religiones tradicionales. Sus líderes trabajan para encontrar soluciones duraderas en favor de la paz, la cohesión social y la reconciliación.
En respuesta a la apelación del gobierno a rezar por la paz, la cohesión social y la reconciliación, las comunidades locales siguen organizando oraciones y ayunos diarios. Esta esperanza se refleja en el proverbio tradicional de los Mossi (el grupo étnico mas grande del Burkina Faso) : «Sea cual sea la naturaleza y la duración de la lucha, llegará el momento de la reconciliación».
El amor de Cristo que une a todos los cristianos es más fuerte que sus divisiones, y los cristianos de Burkina Faso se comprometen a seguir el camino del amor a Dios y al prójimo. Confían en que el amor de Dios será más fuerte que la violencia que aflige actualmente a su país.
El texto bíblico: La centralidad del amor en la vida cristiana
El amor está inscrito en el ADN de la fe cristiana. Dios es amor, y «el amor de Cristo nos reúne en la unidad». Descubrimos nuestra identidad común experimentando el amor de Dios (cf. Jn 3:16), y revelamos esta identidad al mundo a través de nuestro mutuo amor (Jn 13,35). En el pasaje elegido para la Semana de oración por la unidad de los cristianos del 2024 (Lc 10,25-37), Jesús reafirma la enseñanza tradicional judía del Deuteronomio 6,5: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas», y del Levítico 19,18b: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
En este pasaje del Evangelio, un doctor de la ley pregunta inmediatamente a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?” La cuestión de hasta dónde llega la obligación de amar fue objeto de debate entre los doctores de la Ley. Tradicionalmente, se consideraba que esta obligación sólo se aplicaba a los Israelitas y a los residentes extranjeros. Jesús responde a esta provocadora pregunta del doctor de la ley con una parábola que muestra que el amor va mucho más allá de los límites que el doctor de la ley esperaba.
Los cristianos están llamados a actuar como Cristo amando como el Buen Samaritano, mostrando piedad y compasión por los necesitados, sea cual sea su identidad religiosa, étnica o social. Lo que debe motivarnos a ayudar a los demás no es nuestra identidad común, sino nuestro amor al «prójimo». Aprendiendo a amarnos unos a otros más allá de nuestras diferencias, los cristianos podemos llegar a ser «prójimos», como el Samaritano del Evangelio.
En esta Semana de oración por la unidad de los cristianos, pedimos al Señor que nos ayude y cure nuestras heridas, para que podamos avanzar por el camino del ecumenismo con confianza y esperanza.
Contenidos preparados y publicados por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias.
Más información sobre la semana de oración aquí.
CHARIS e la Unidad de los Cristianos
Desde su principio la Renovación Carismática Católica ha sido parte de una corriente de gracia ecuménica. CHARIS por lo tanto, según sus Estatutos, es “un instrumento que promueve y trabaja por la unidad en el cuerpo de Cristo, como expresa la oración de Jesucristo (Jn 17)” (Estatutos – Preámbulo)
DÍA 01
Ayúdanos, Señor, a orientar nuestra vida hacia ti
«Un doctor de la ley, poniendo a prueba a Jesús, dice: Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?»
(Lc 10,25)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Romanos 14,8-9
Salmo 103,13-18
Reflexión
“¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”. Esta pregunta crucial formulada por un maestro de la ley a Jesús sigue interpelando a todo creyente en Dios. Afecta el significado de nuestra vida en la tierra y en la eternidad. En otra parte de la Biblia, Jesús ofrece la definición definitiva de la vida eterna: “… que te reconozcan a ti, como único Dios verdadero y a Jesucristo como a tu enviado” (Jn 17,3). Conocer a Dios significa descubrir y hacer su voluntad en nuestras vidas. Toda persona quiere una vida de plenitud y verdad, y Dios lo desea también para nosotros (cf. Jn 10,10). San Ireneo dijo: “La gloria de Dios es que el hombre viva”.
Las realidades existenciales de la vida, con divisiones, egoísmos y sufrimientos, a menudo nos alejan de la búsqueda de Dios. Jesús vivió el misterio de la comunión íntima con el Padre, que desea llenar a todos sus hijos de la plenitud de la vida eterna. Jesús es “el Camino” que nos lleva al Padre, nuestro destino final.
Así, nuestra búsqueda de la vida eterna nos acerca a Jesús, y al hacerlo nos acerca unos a otros, fortaleciendo nuestra cercanía en el camino hacia la unidad de los cristianos. Estemos abiertos a la amistad y a la colaboración con los cristianos de todas las Iglesias, orando por el día en que todos podamos estar juntos en la Mesa del Señor.
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Oración
Dios de vida,
Tú nos has creado para tener vida, y vida en toda su plenitud.
Que reconozcamos en nuestros hermanos y hermanas su deseo de vida eterna.
Que podamos guiar a otros a ti a medida que seguimos el camino de Jesús con determinación.
Oramos en su nombre. Amén.
DÍA 02
Ayúdame Señor a amarte a ti, a mi prójimo y a mí mismo con todo lo que soy
Él respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia: y a tu prójimo como a ti mismo”
(Lc 10,27)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Deuteronomio 10,12-13
Salmo 133
Reflexión
La respuesta que el maestro de la ley da a Jesús puede parecer simple, extraída de los mandamientos bien conocidos de Dios. Sin embargo, amar a Dios de esta manera y a nuestro prójimo como a nosotros mismos a menudo puede ser difícil.
El mandamiento de amar a Dios requiere un compromiso profundo y significa abandonarnos por completo, ofreciendo nuestros corazones y mentes para servir a la voluntad de Dios. Podemos pedir la gracia de seguir el ejemplo de Cristo, el que se ofreció completamente y dijo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). También manifestó su gran amor a todos, incluidos sus enemigos. No podemos elegir a nuestros prójimos. Amarlos significa estar atentos a sus necesidades, aceptar sus imperfecciones y alentar sus esperanzas y aspiraciones. La misma actitud es necesaria en el camino de la unidad de los cristianos, con respecto a las diferentes tradiciones.
La llamada a amar al prójimo “como a ti mismo2 nos recuerda la necesidad de aceptarnos tal como somos, conscientes de la mirada compasiva de Dios sobre nosotros, siempre dispuestos a perdonar. Considera que somos la creación amada de Dios. Respétate a ti mismo. Busca la paz contigo mismo. Del mismo modo, cada uno de nosotros puede pedir la gracia de amar y aceptar a su propia Iglesia o comunidad, con sus defectos, confiando todas las cosas al Padre, que nos renueva a través del
Espíritu Santo.
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Oración
Señor, danos la gracia de conocerte más profundamente,
para amarte con todo nuestro ser.
Concédenos un corazón puro, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Que el don de tu Espíritu Santo
nos permita ver tu presencia en nuestras hermanas y hermanos,
para que podamos amarnos unos a otros con el mismo amor incondicional con el que tú nos amas.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 03
Señor, abre nuestros corazones a aquellos que no vemos
“¿Quién es mi prójimo?»
(Lc 10,29)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Romanos 13,8-10
Salmo 119,57-63
Reflexión
El maestro de la ley quería autojustificarse con la esperanza de que el prójimo al que debía amar fuese alguien de su propio pueblo y de su misma fe. Este es un instinto humano natural. Cuando invitamos a las personas a nuestros hogares, a menudo son personas que comparten nuestro estatus social, nuestra visión de la vida y nuestros valores. Hay un instinto humano de preferir lugares familiares. Lo mismo puede decirse de nuestras comunidades eclesiales. Pero Jesús lleva al maestro de la ley, y a aquellos que lo oían, a profundizar en su propia tradición al recordarles la obligación de acoger y amar a todos, independientemente de su religión, cultura o condición social.
El Evangelio enseña que amar a los que son como nosotros no es extraordinario. Jesús nos conduce hacia una visión radical de lo que significa ser humano. La parábola ilustra de una manera muy visible lo que Cristo espera de nosotros: abrir nuestros corazones y caminar en su camino, amando a los demás como él nos ama. De hecho, Jesús responde al maestro de la ley con otra pregunta: no es “¿quién es mi prójimo?”, sino, “¿quién demostró ser prójimo del hombre necesitado?”
Nuestros tiempos de inseguridad y miedo nos confrontan con una realidad donde la desconfianza y la incertidumbre pasan a primer plano en las relaciones. Este es el desafío de la parábola de hoy: ¿para quién soy prójimo?
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Oración
Dios de amor,
que inscribes el amor en nuestros corazones,
infunde en nosotros el valor de mirar más allá de nosotros mismos
y ver al prójimo en los que son diferentes a nosotros,
para que podamos seguir verdaderamente a Jesucristo,
nuestro hermano y nuestro amigo,
que es Señor, por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA 04
Que nunca pasemos de largo de los necesitadoss
«Vio al herido, pero pasó de largo.»
(Lc 10,31)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Isaías 58,6-9a
Salmo 34,15-22
Reflexión
El sacerdote y el levita que pasan de largo pueden haber tenido buenas razones religiosas para no ayudar: necesitaban estar preparados para realizar ciertos rituales religiosos y podrían haberse arriesgado a la contaminación ritual si el hombre hubiera estado muerto. Sin embargo, en muchas ocasiones, Jesús critica el liderazgo religioso por poner las reglas de la religión por delante de la obligación de hacer siempre el bien.
El comienzo del texto de la Semana de Oración nos dice cómo el maestro de la ley quiso justificarse. El sacerdote y el levita en la parábola se habrían sentido justificados en lo que habían hecho. Como cristianos, ¿estamos dispuestos a ir más allá de lo convencional? A veces, nuestra miopía eclesial, culturalmente condicionada, puede impedirnos ver lo que se nos revela en la vida y en el testimonio de tantas hermanas y hermanos de otras tradiciones. Cuando abrimos nuestros ojos para reconocer el amor de Dios revelado en nuestros hermanos cristianos, nos acercamos más a ellos y nos sentimos atraídos a una unión más profunda con ellos.
Esta parábola de Jesús no solo nos desafía a hacer el bien, sino también a ampliar nuestra visión. No solo aprendemos lo bueno y santo de aquellos que comparten nuestra cosmovisión confesional o religiosa, sino también de aquellos que son diferentes a nosotros. El Buen Samaritano es muchas veces quien menos esperamos.
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Oración
Señor Jesucristo,
mientras caminamos contigo hacia la unidad,
que nuestros ojos no miren hacia otro lado,
sino que estén bien abiertos al mundo.
En nuestra peregrinación por esta vida,
que nos detengamos, tendamos la mano y curemos a los heridos,
para que experimentos en ellos tu presencia.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA 05
Señor, ayúdanos a ver las heridas y encontrar esperanza
«Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas.»
(Lc 10,34)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Joel 2,23-27
Salmo 104,14-15
Reflexión
El Buen Samaritano hizo lo que pudo según sus posibilidades: vertió vino y aceite y vendó las heridas del hombre y lo puso sobre su propio animal. Incluso fue más allá prometiendo hacerse cargo de sus cuidados. Cuando vemos el mundo a través de los ojos del samaritano, cada situación puede ser una oportunidad para ayudar a los necesitados. Aquí es donde se manifiesta el amor. El ejemplo del Buen Samaritano nos lleva a preguntarnos cómo responder al prójimo. Dio vino y aceite, restaurando al hombre y dándole esperanza. ¿Qué podemos dar nosotros para participar en el plan de Dios de sanar este mundo roto?
Los signos de este mundo quebrantado son la inseguridad, el miedo, la desconfianza y la división. Avergonzados, reconocemos que estas divisiones también existen entre los cristianos. Aunque
celebramos sacramentos u otros rituales de sanación, reconciliación y consuelo, a menudo usando aceite y vino, persistimos en divisiones que hieren el Cuerpo de Cristo. La sanación de nuestras divisiones cristianas promueve la sanación de las naciones.
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Oración
Dios Misericordioso,
Tú que eres la fuente de todo amor y bondad:
permítenos ver las necesidades de nuestro prójimo.
Muéstranos lo que podemos hacer para alcanzar la sanación.
Cámbianos, para que podamos amar a todos nuestros hermanos y hermanas. Ayúdanos a superar
los obstáculos de la división,
para que podamos construir un mundo de paz para el bien común.
Gracias por renovar tu creación
y conducirnos a un futuro lleno de esperanza.
Tú que eres Señor de todo, ayer, hoy y siempre. Amén.
DÍA 06
Señor, convierte nuestras Iglesias en “posadas”, para acoger a los necesitados
«Lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él.»
(Lc 10,34)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Génesis 18,4-5
Salmo 5,11-12
Reflexión
Un Samaritano se hizo cargo del hombre que había caído en manos de los ladrones. El Samaritano superó sus prejuicios y partidismos. Vio a alguien necesitado y lo llevó a una posada.
“Al día siguiente dio dos denarios al posadero y le dijo: ‘Cuida bien a a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta’” (Lc 10,35).
En cualquier sociedad humana, la hospitalidad y la solidaridad son esenciales. Requieren la acogida forasteros, extranjeros, migrantes y personas sin hogar. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la inseguridad, la sospecha y la violencia, tendemos a desconfiar de nuestros prójimos. La hospitalidad es un testimonio importante del Evangelio, particularmente en contextos de pluralismo religioso y cultural. Acoger al “otro”, y ser acogido a su vez, está en el centro del diálogo ecuménico. Los cristianos tienen el desafío de convertir sus Iglesias en posadas donde sus prójimos puedan encontrar a Cristo. Tal hospitalidad es un signo del amor que nuestras Iglesias tienen entre sí y por
todos.
Cuando nosotros, como seguidores de Cristo, vamos más allá de nuestras tradiciones confesionales y elegimos practicar la hospitalidad ecuménica, pasamos de ser extranjeros a ser prójimos.
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Oración
Padre de amor,
en Jesús nos mostraste el significado de la hospitalidad,
cuidando de nuestra frágil humanidad.
Ayúdanos a convertirnos en una comunidad
que acoja a aquellos que se sienten abandonados y perdidos,
construyendo una casa donde todos sean bienvenidos.
Que nos acerquemos unos a otros mientras ofrecemos al mundo tu amor incondicional.
Te lo pedimos en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
DÍA 07
Señor, muéstranos cómo responder a nuestro prójimo
«¿Cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo?»
(Lc 10,36)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Filipenses 2,1-5
Salmo 10,17-18
Reflexión
Al final de la parábola, Jesús le preguntó al maestro de la ley: ¿quién se comportó como prójimo del hombre herido? El maestro de la ley respondió “el que tuvo compasión de él” . No dijo “el samaritano”, y se entiende, pues la hostilidad entre samaritanos y judíos hacía difícil admitir esta respuesta. A menudo descubrimos prójimos en las personas más inesperadas, incluso aquellas cuyo nombre u orígenes nos resulta difícil de pronunciar. En el mundo de hoy, donde la política polarizada enfrenta con frecuencia a personas de diferentes identidades religiosas, Jesús nos desafía a través de esta parábola a ver la importancia de nuestra vocación de traspasar fronteras y muros
de separación.
Al igual que el maestro de la ley, tenemos el desafío de reflexionar sobre cómo vivimos nuestras vidas, no solo en términos de si hacemos el bien o no, sino si, como el sacerdote y el levita, estamos descuidando actuar con misericordia.
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Oración
Dios Santo,
tu Hijo Jesucristo habitó entre nosotros
para mostrarnos el camino de la compasión.
Ayúdanos, con tu Espíritu a seguir su ejemplo,
a servir a las necesidades de todos tus hijos,
y así dar juntos testimonio cristiano
de tus caminos de amor y misericordia.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
DÍA 08
Señor, que nuestra comunión sea signo de tu Reino
«Jesús le replicó: Pues vete y haz tú lo mismo.»
(Lc 10,37)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Romanos 12,9-13
Salmo 41,1-2
Reflexión
Con estas palabras ‒ “vete y haz tú lo mismo” ‒ Jesús nos envía a cada uno de nosotros, y a cada una de nuestras Iglesias, a vivir el mandamiento del amor. Inspirados por el Espíritu Santo, somos enviados a ser “otros Cristos” , acercándonos a la humanidad sufriente con compasión y misericordia. Al igual que hizo el Buen Samaritano con el hombre herido, nosotros podemos elegir no rechazar a los que son diferentes, sino cultivar una cultura de la proximidad y la bondad.
¿Cómo interpela mi vida la invitación de Jesús: “vete y haz tú lo mismo”? ¿Qué consecuencias tiene esta llamada de Cristo para mis relaciones con los miembros de otras Iglesias? ¿Cómo podemos dar juntos testimonio del amor de Dios en la caridad? Como embajadores de Cristo (cf. 2 Co 5,20), estamos llamados a reconciliarnos con Dios y entre nosotros, para que la comunión eche raíces y crezca en nuestras Iglesias y en las zonas afectadas por conflictos intercomunales, como el de la región de Sahel.
A medida que aumente la confianza mutua, estaremos más dispuestos a mostrar nuestras heridas, incluidas las heridas eclesiales, para que el amor de Cristo pueda visitarnos y sanarnos a través del amor y el cuidado de los demás. Luchar juntos por la unidad de los cristianos ayuda a reconstruir las relaciones, para que la violencia pueda dar paso a la solidaridad y la paz.
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Oración
Padre celestial,
te damos gracias por el don del Espíritu Santo, el dador de vida,
que nos hace estar más abiertos los unos a los otros, resuelve conflictos
y fortalece nuestros lazos de comunión.
Que crezcamos en el afecto mutuo
y en el deseo de anunciar más fielmente el mensaje del Evangelio,
para que el mundo crezca en unidad y acoja al Príncipe de la Paz.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.