Preguntas y respuestas
Comisión Doctrinal – International Catholic Charismatic Renewal Services
Anno 2019
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¿Puedo ser un buen católico sin participar de la oración carismática? A veces esta pregunta la plantean personas que prefieren formas tradicionales de oración y no se sienten atraídas por cantar en lenguas, alabar en voz alta, aplaudir y por otras formas expresivas de oración que encuentran en la Renovación Carismática. ¿Cómo deberíamos responder?
Es importante hacer una distinción básica: todos están llamados a aceptar y acoger los carismas del Espíritu Santo y la dimensión carismática de la Iglesia, pero no todos están llamados a pertenecer a la Renovación Carismática Católica con su espiritualidad particular y sus modos específicos de oración, adoración, hermandad y ministerio.
El Concilio Vaticano II ratificó con fuerza la importancia de la dimensión carismática de la Iglesia. Por ejemplo, el Decreto sobre el Apostolado de los Laicos explica, “…el Espíritu Santo, que produce la santificación del pueblo de Dios por el ministerio y por los Sacramentos, concede también dones peculiares a los fieles (Cf. 1 Cor., 12,7) “distribuyéndolos a cada uno según quiere” (1 Cor., 12,11)… De la recepción de estos carismas, incluso de los más sencillos, procede a cada uno de los creyentes el derecho y la obligación de ejercitarlos para bien de los hombres y edificación de la Iglesia, ya en la Iglesia misma., ya en el mundo, en la libertad del Espíritu Santo, que “sopla donde quiere” (Jn., 3,8).
Los Papas posteriores han perfeccionado aún más esta enseñanza. Por ejemplo, San Juan Pablo II declaró que en el Vaticano II “la Iglesia redescubrió la dimensión carismática como uno de sus elementos constitutivos”. También dijo,
“…a todos los cristianos quiero gritar: ¡Abríos con docilidad a los dones del Espíritu! ¡Acoged con gratitud y obediencia los carismas que el Espíritu concede sin cesar! No olvidéis que cada carisma es otorgado para el bien común, es decir, en beneficio de toda la Iglesia”.
Esta exhortación significa que todos los cristianos deberían abrirse radicalmente a la acción carismática del Espíritu Santo. Pero no significa que todo el mundo esté llamado a pertenecer de una manera explícita a la Renovación Carismática. Dios hizo surgir la Renovación como una corriente de gracia para atesorar y promover la efusión del Espíritu Santo, la cual quiere otorgar a toda la Iglesia. Pero la RCC también tiene su propio estilo spiritual que no es para todos. Deberíamos cuidarnos de la tendencia humana que limita la obra del Espíritu Santo a lo que nos es más familiar y simpático. El Espíritu Santo obra de infinitas manteras y él trae unidad desde la gran diversidad del cuerpo de Cristo (1 Co 12).
De manera que las formas de oración y adoración que se encuentran en la RCC no pueden llamarse obligatorias. De hecho, no hay un tipo específico de culto obligatorio en la Iglesia Católica excepto la liturgia misma. Existen personas que viven una vida plena en el Espíritu Santo y que practican en mayor parte la oración contemplativa en silencio; o una oración litúrgica con cantos gregorianos; o el rosario y otras devociones; u otras formas de oración tradicionales. Dicho esto, incluso si las formas particulares de oración no son obligatorias, pueden ser muy recomendables y beneficiosas espiritualmente. Es bueno reflexionar sobre las muchas exhortaciones en la Escritura para alabar a Dios de forma exuberante:
¡Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo! (Salmo 47, 1)
Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. (Salmo 33, 1-3)
David iba danzando ante el Señor con todas sus fuerzas, ceñido de un efod de lino. 15 Él y toda la casa de Israel iban subiendo el Arca del Señor entre aclamaciones y al son de trompeta. (2 Sam 6, 14-15)
No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. 19 recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantando y alabando al Señor en sus corazones (Ef 5, 18-19).
De manera que los que están en la RCC a quienes les encantan los estilos carismáticos de oración y alabanza tienen que hablar sobre estos de una manera equilibrada. Por eso alentamos debidamente a otros a participar en los encuentros de oración carismáticos que cuentan con cantos y alabanza. Podemos explicar que alabar a Dios en voz alta, con las manos alzadas o incluso bailando, es una manera preciosa de dar gloria a Dios con toda nuestra naturaleza humana, cuerpo y espíritu. La alabanza expresiva nos ayuda a olvidarnos de nosotros; pone en su justa perspectiva a nuestros problemas tan pequeños en comparación con la grandeza de Dios; suscita la alegría y el amor hacia Dios; conduce a un grupo de personas a una experiencia profunda de hermandad. Utilizar las lenguas, la profecía y otros dones carismáticos en el contexto de la alabanza también permite al Espíritu Santo obrar de una manera poderosa en medio de nosotros. Pero debemos evitar dar la impresión a las personas de que no son buenos católicos si eligen no participar de estas formas de oración