04 de junio 2022
Queridos hermanos y hermanas, miembros del Movimiento de la Renovación Carismática. Les saludo a todos en nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y les expreso mi inmensa alegría espiritual por poder dirigirles estas pocas palabras mientras se reúnen, tanto física como virtualmente, para rezar, reflexionar y renovar su fe y su compromiso con nuestro Señor y su santa Iglesia.
Muy a menudo olvidamos la importancia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, el Espíritu de Dios que ha estado trabajando desde el principio y sigue trabajando en nosotros para ser fieles al mensaje del Evangelio.
En nuestra tradición sirio-antioquena, siempre que mencionamos al Espíritu Santo, solemos decir, el Espíritu Santo Vivo “Rouho Hayo Qadisho” y creo que esta es una idea para reflexionar. ¿Cómo podemos interactuar con el Espíritu Santo si realmente creemos que el Espíritu Santo vive en nosotros, en la iglesia? ¿Cómo podemos permitir entonces que el Espíritu Santo actúe a través de nosotros?
La obra del Espíritu Santo se manifiesta en los sacramentos de la Iglesia que todos recibimos. Sin embargo, nunca debemos limitar el papel del Espíritu Santo a su acción y efecto en los sacramentos. El Espíritu Santo va más allá, para trabajar en cada uno de nosotros, a diario, para hacernos fieles a nuestra llamada como cristianos. Una de las llamadas de los cristianos es trabajar por la unidad del cuerpo de Cristo y me alegra ver que ustedes, miembros de CHARIS, provienen de diferentes tradiciones, representando a diferentes iglesias, como es el caso aquí en Oriente Medio, por ejemplo. Me alegra ver a los miembros de nuestra iglesia sirio-ortodoxa de Antioquía implicados y activos en este Movimiento, y me alegra aún más verlos al mismo tiempo muy activos en su propia iglesia, lo que básicamente representa un modelo de trabajo conjunto sin tratar de hacer proselitismo o convertir a los demás.
Nosotros, como líderes eclesiásticos, por supuesto que tratamos de unir a nuestras iglesias, pero el trabajo de ustedes nos recuerda que no sólo los líderes eclesiásticos y el episcopado están llamados a trabajar por la plena unidad del cuerpo de Cristo. De hecho, movimientos como el de ustedes también pueden contribuir a esta llamada, también pueden contribuir a cumplir la oración del Señor, su deseo y su voluntad de que todos sean uno.
Bendigo el trabajo que están haciendo y pido al Señor que les guíe a través de su Espíritu Santo para derribar los muros de la separación, y para afrontar los retos a los que se enfrenta nuestra raza humana en estos días.
Mientras re reúnen, estoy seguro de que son conscientes del sufrimiento de millones y millones de personas en todo el mundo, como consecuencia de las guerras, las hambrunas, las catástrofes, los desastres naturales. Todas estas personas que sufren en nuestro mundo, nos dicen que todos somos responsables de llevar la paz a sus corazones, y de consolarlos, no sólo con nuestras palabras, no sólo transmitiendo el mensaje de Cristo, del Evangelio, sino también estando cerca de ellos en cualquier manera posible.
Os pido por favor que recen por todos nosotros, por toda la Iglesia, especialmente por el clero de la Iglesia, para que seamos capaces de ser fieles a nuestra vocación y de servir de manera que glorifiquemos el nombre de Dios y presentemos un testimonio creíble del Señor resucitado, para que todas las personas abran sus corazones a la obra del Espíritu Santo, y dejemos que el Espíritu de Dios guíe nuestras vidas. Amén.
Patriarca Ignacio Aphrem II